domingo, 20 de noviembre de 2011

Cuarta lectura

Resumen de la cuarta lectura: “Ciencia y Método” de Roberto Carballo.

El hecho de plantearse el significado y los objetivos perseguidos por la ciencia, podría ser a la vez desde un sencillo trámite el cual ofrece definiciones dadas por científicos y filósofos de la ciencia a una construcción personal que intenta explicar mi experiencia y mis investigaciones.
Haciendo caso a la segunda alternativa, la ciencia es una actividad humana y social, un esfuerzo humano básicamente consciente, cuyos éxitos en la comprensión de la Naturaleza, nos han permitido, por un lado, conocer nuestros límites, y por otro, han ayudado a aumentar ese sentimiento de prepotencia y de fe en las realizaciones humanas. Dicho sentimiento se encuentra muy arraigado en nuestro período histórico, adquiriendo una categoría cuasi-religioso.
Pero la ciencia es cada vez más consciente de su humanidad, de sus límites; de ahí su carácter histórico en donde las leyes y teorías científicas son siempre provisionales y limitadas en el tiempo y en el espacio. Aunque la ciencia es utilizada hoy en día como instrumento de dominación social. La ciencia así, pretende describir y/o explicar la Naturaleza, con el objetivo último de servir de base para la acción progresiva que conduzca al hombre ideal de libertad. Sin embargo, tales criterios de demarcación conducen, en general, a formas dogmáticas de concepción de la ciencia; cuando en realidad se ha de dar una definición abierta de la misma que incida, en las notas de consciencia, sistematización y autolimitación, como base para alcanzar el objetivo de llegar a ofrecer una explicación de la Naturaleza.
Una concepción del mundo no es un saber en el sentido en que lo es la ciencia positiva. Pero las afirmaciones acerca del mundo físico y de la vida, derivan de las distintas formas de entender el mundo y, una de ellas, la más sistemática, es la científica. Luego la disección y separación entre concepción del mundo como un no-saber y ciencia como conocimiento, es más un esfuerzo analítico y teórico que un problema real. Por lo que el objetivo final de la ciencia, sus resultados provisionales, también constituyen una concepción del mundo, ya que se nutre de los sistemas de ideas vigentes para construirse.
Por el contrario, el método científico no sólo ofrece la posibilidad de un esquema en un momento dado, sino asimismo los instrumentos para poder sustituirlo por el esquema sucesivo, es decir, en su proceso permanente de reelaboración, el método es la base acumulativa en la que se asienta el desarrollo científico. Por lo tanto, la ciencia asienta su desarrollo sobre la base de un método en constante proceso de transformación.
Se podría decir, que en el estado actual de metodología científica, se admite básicamente que existen cuatro etapas de investigación: descripción, clasificación, explicación y verificación, utilizándose alternativamente tres modos de inferencia: deductivo, inductivo o inductivo-probabilístico y reductivo.
En la primera etapa, la investigación de la realidad, objeto de conocimiento, no puede iniciarse sin lo que ha llamado Schumpeter “visión” o acto cognoscitivo pre-analítico.
Dentro de la segunda etapa,  a esta visión ha de seguir una observación de los hechos, de la realidad, que ha sido denominada por algunos autores como percepción sensorial, a la que sigue un proceso teórico de inferencia inductiva o proceso de abstracción.
En la tercera etapa, esta hipótesis se desarrolla deductivamente, concretizándola progresivamente mediante un proceso interactivo, que va de lo real a lo ideal y viceversa, purificándola así de los elementos extraños a la realidad estudiada. Esta fase de concretización nos conduce a una nueva síntesis teórica, en la que la síntesis primera queda enriquecida por los desarrollos deductivos, su formalización teórica y por las inferencias reductivas de verificación y falsación de hipótesis y de teorías.
La cuarta y última etapa, una síntesis teórica así enriquecida, explica (o describe) la realidad, pero todavía deberá superar otro filtro: la contrastación intersubjetiva. Para ello habrá de ser comunicada a la comunidad en el lenguaje apropiado formalizado, y sentando claramente las premisas y conclusiones derivadas de ella.
Finalmente, el método de investigación debe distinguirse formalmente del método de exposición. Es decir, la investigación abarca todo el proceso del conocimiento científico y la exposición sólo es posible cuando culminamos la primera etapa de la investigación. Esta consistirá sencillamente en el proceso dialéctico que, partiendo de una formulación teórica del problema y de sus coordenadas teórico-prácticas, permita la realización de un análisis empírico de la realidad objetiva que nos conduzca a la formulación de una hipótesis que explique la totalidad de los hechos de forma lógica y coherente. Solo después de superar esta labor será posible llegar a exponer científicamente.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Tercera lectura

Resumen de la tercera lectura: “Manual de economía política” de G. Longo.      
            Se podría decir, que el conocimiento siempre se inicia a partir de los hechos, a partir de la observación de los mismos. Pero aún así, cualquier observación es ya en sí misma un principio de análisis, pues lleva consigo una selección, comparaciones, deducciones, etc. Se trata realmente de sacar un sentido al hecho.
            La primera tarea de la investigación consiste en observar los hechos, en seleccionar los más significativos, en descubrir las relaciones que los unen entre sí y en evidenciar, en cada hecho concreto los aspectos más sustanciales o significativos. Pero una vez hecho todo esto es necesario avanzar más, y encajar esos resultados obtenidos a través de la observación en un esquema coherente.
            La segunda etapa del trabajo científico consiste en formular una hipótesis que explique el conjunto de los hechos de forma lógica y coherente. En esta etapa es fundamental poseer una cualidad esencial, siendo dicha cualidad la de una fantasía creadora. En ese sentido, se trata de la capacidad del pensamiento para crear mentalmente imágenes subjetivas distintas de aquellas observadas en la realidad, es decir, de aquellas que se desprenden de la percepción objetiva de la realidad a través de los sentidos –precisamente es una propiedad característica del pensamiento humano-. La realidad por tanto, así adquiere esa capacidad de conocerla y modificarla. Conocerla porque la fantasía, al permitir la creación mental de toda una serie de imágenes y representaciones, basadas en la observación de la realidad, pero que no vienen dadas por la realidad misma, permite formular las hipótesis que más tarde se comprobarán de acuerdo con los hechos. Y modificarla porque la fantasía permite al hombre crear mentalmente la imagen de aquello que no es, pero que él pretende alcanzar o realizar.
            La tercera etapa  del trabajo científico consiste en comprobar rigurosamente que las hipótesis formuladas corresponden a la realidad de los hechos, para lo cual será preciso volverlos a observar, ampliando sí es necesario el campo de observación a nuevos fenómenos, así como en profundizar el análisis de los hechos ya conocidos, controlando de todas las formas posibles el grado en que las conclusiones del investigador se ven justificadas y buscando siempre nuevos hechos capaces de confirmar las hipótesis formuladas.
            La cuarta y última etapa del trabajo científico consiste en modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada anteriormente.
            Schumpeter describe el contenido de este proceso cognoscitivo de la siguiente manera: el individuo en cuestión ha de empezar por identificar los fenómenos. Esta identificación es un acto cognoscitivo, pero no es parte del trabajo analítico. Lo que hace es suministrar el objeto, el material sobre el cual trabajará el análisis. El trabajo analítico mismo consiste en dos actividades diferentes, aunque inseparables. La primera es la conceptuación de los contenidos de la visión –la fijación de sus elementos en conceptos precisos-; y la segunda consiste en buscar más datos empíricos (hechos) con los que enriquecer y contrastar los hechos inicialmente percibidos. Los intentos de conceptuación estimulan la búsqueda de más hechos, y los nuevos hechos descubiertos tienen que ordenarse y conceptuarse a su vez.
            Así, se podría razonar que la elaboración teórica y la observación de los hechos se complementan mutuamente, pero no coinciden.
            Luego, los hechos siempre constituyen la base de una elaboración teórica, pero el hombre, en el momento de iniciar una investigación, y mucho antes de que se hayan esbozado los fines de la misma y su necesidad, y de que por tanto se haya iniciado la formulación teórica, posee un bagaje de conocimientos y observaciones empíricas, constituido de forma más o menos espontánea. El hecho de dedicarse a una investigación concreta presupone ya un cierto interés teórico: el plantearse un problema constituye una suposición primaria y por tanto una primera formulación teórica. También, el investigador individual utiliza las conclusiones y las elaboraciones de otros científicos como partes integrantes de su propia investigación y elaboración.
            De todas estas características peculiares del proceso de conocimiento se derivan dos importantes consecuencias de orden práctico.
1-      La condición esencial para poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otros es que por nuestra parte hayamos ya iniciado, aún de forma embrionaria, una elaboración propia.
2-      No sólo las concepciones y las ideas evolucionan históricamente, sino que también lo hacen los conceptos que las expresan. Razón por la cual todo investigador debe, en cierto sentido, crear por sí mismo el aparato conceptual que necesita.
De todo lo anterior, se podría llegar a las siguientes conclusiones:
-          Toda ciencia tiene un objeto de investigación concreto.
-          Utiliza un determinado método de investigación.
-          Al aplicar un determinado método, da, en cada etapa del proceso, una visión de conjunto del sector de la realidad que constituye su campo de investigación y, en consecuencia, una determinada visión científica de la realidad.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Segunda lectura

Resumen de la segunda lectura: “¿Qué es una concepción del mundo? de Manuel Sacristán.

Una concepción del mundo no es un saber, no es un conocimiento en el sentido en que lo que es la ciencia positiva. Es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto. Se trata de ver cómo hechos de la naturaleza, elementos de nuestra vida cotidiana pueden interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas en el sujeto que obra o reacciona.
Dichos principios están implícitos en la cultura de la sociedad en la que vive el hombre; en donde la cultura contiene por lo común un conjunto de afirmaciones acerca de la naturaleza del mundo físico y de la vida. Aunque la existencia de una formulación  explícita de la concepción del mundo en la cultura de una sociedad no permite averiguar cuál es la concepción del mundo realmente activa en esa sociedad, ya que el carácter de sobreestructura que tiene la concepción del mundo no consiste en ser un mecánico reflejo, ingenuo y directo, de la realidad social y naturaleza vivida.
La filosofía sistemática vio como perdía fuerza en todos sus ámbitos en favor de las ciencias positivas. Ello fue porque se caracteriza por su intersubjetividad y por su capacidad de posibilitar previsiones exactas (se entiende por conocimiento intersubjetivo a el cual todas las personas adecuadamente preparadas entienden su formulación del mismo modo). Las tesis de la filosofía sistemática, es decir, la de los dogmas religiosos carece de estos rasgos; y como esos rasgos dan al hombre una seguridad, el conocimiento que los posee irá destronando a la filosofía sistemática tradicional.
Pero el que las concepciones del mundo carezcan de los rasgos característicos del conocimiento positivo no es algo accidental, sino más bien necesario. Ello es debido a que la concepción del mundo contiene esencialmente afirmaciones sobre cuestiones no resolubles por los métodos decisorios del conocimiento positivo, que son la verificación o falsación empíricas y la argumentación analítica.
Estos rasgos, permiten plantear correctamente la cuestión de las relaciones entre concepción del mundo y conocimiento científico-positivo. Una concepción del mundo que tome a la ciencia como único cuerpo de conocimiento real se encuentra visiblemente por delante y por detrás de la investigación positiva. Aunque como visión general de la realidad, la concepción del mundo inspira o motiva la investigación positiva.
La “concepción materialista y dialéctica del mundo”, es decir, la marxista, pasa por la aspiración a terminar con la obnubilación de la consciencia, con la presencia en la conducta humana de factores no reconocidos o idealizados. Esto es una concepción del mundo explícita. Sin embargo, la concepción marxista el mundo no puede considerar sus elementos explícitos como un sistema de saber superior al positivo. El nuevo materialismo no es una filosofía, sino una simple concepción del mundo, que tiene que sostenerse y actuarse no en una sustantiva ciencia de la ciencia, sino en las ciencias reales. Esta formulación, supone la concepción de lo filosófico como un nivel de pensamiento científico.
Bajo la óptica marxista, el “inmanentismo” se basa en que la explicación de los fenómenos debe buscarse en otros fenómenos, en el mundo, y no en instancias ajenas o superiores al mundo. Este principio es el que está en la base del hacer científico, pero perdería todo su sentido si tuviera que admitir la acción de causas no-naturales. En este postulado de inmanentismo, definidor de la posibilidad del conocimiento científico, se basa la concepción marxista del mundo.
Más en general, el análisis reductivo practicado por la ciencia tiende incluso a obviar conceptos con contenido cualitativo, para limitarse en lo esencial al manejo de relaciones cuantitativas o al menos, materialmente vacías. El éxito del análisis reductivo practicado por la ciencia tiene regularmente éxito, el cual es descomponible en dos aspectos: la reducción de fenómenos complejos a nociones más elementales y la posibilidad a la larda de la formación de conceptos más adecuados.
Pero el hecho de que se basan en un análisis reductivo que prescinde de la peculiaridad cualitativa de los fenómenos complejos analizados y reducidos, los conceptos de la ciencia en sentido estricto son invariablemente conceptos generales cuyo lugar está en enunciados no menos generales. Con este conocimiento se pierde una parte de lo concreto: la parte decisiva para la individualización de los objetos.
De ahí a que la tarea de una dialéctica materialista consiste en recuperar lo concreto sin hacer intervenir más datos que los materialistas del análisis reductivo. Eso es el objetivo del análisis marxista, el entender la individual situación concreta sin postular más componentes de la misma que los resultantes de la abstracción y el análisis reductivo científicos.

Primera lectura

Resumen de la primera lectura: “Manual de economía política” de G. Longo.

A lo largo de la historia de la humanidad, siempre ha habido una lucha entre las personas en ser el que más conoce, el que más sabe y todo ello de manera irrefutable e incuestionable. El intento de dotar de objetividad al conocimiento nos ha llevado a refugiarnos en el puro empirismo con el fin de tratar de determinar los fenómenos tal y como aparecen externamente; pero todo ello en un terreno estrictamente empírico.
Los seres humanos, partimos de la afirmación de que la finalidad del conocimiento, y con ello, de la investigación científica, consiste en descubrir las normas, o sea, las leyes del universo empírico que rodean al hombre de la realidad objetiva en la que éste se halla inmerso. De ahí a que el hombre reconstruya idealmente en su pensamiento, el esquema de desarrollo de la realidad, un esquema en el que cualquier objeto aislado halle su lugar y su explicación, y no limitarse a configurar un mosaico de aspectos y propiedades dispares.
Pero el conocimiento reside en el hecho de que el conocimiento científico no puede conformarse con una explicación cualquiera de la realidad. Así, la condición indispensable para que exista un verdadero conocimiento científico es la exigencia de que la realidad objetiva sea explicada a partir de ella misma, sin introducir momentos, elementos o explicaciones que no pertenezcan a tal realidad. De ahí a que la historia del conocimiento científico es en realidad la historia de cómo la Humanidad se ha explicado el mundo real.
Aunque el requisito según el cual ha de explicarse la realidad partiendo de ella misma es común a todas las ciencias, e incluso es la característica que define a la ciencia, aquello que distingue a lo que es ciencia de lo que no es; siendo un principio admitido por todo científico. La aplicación sin excepción de dicho principio a todos los fenómenos de la realidad conduce directamente al materialismo filosófico. De ahí a que una filosofía coherentemente científica forzosamente ha de ser materialista y por tanto basarse en la necesidad de estudiar la realidad objetiva tal y como es y explicarla partiendo de ella misma.
Cabe decir también, que el conocimiento científico es únicamente una parte de la actividad humana, tan sólo uno de sus aspectos. El hombre desea conocer el mundo para poderlo modificar de acuerdo con sus exigencias y necesidades.
Por ello el criterio para valorar los resultados obtenidos mediante la actividad cognoscitiva, es decir, por la ciencia, será siempre y únicamente la correspondencia de tales resultados a la verdad, a realidad de hecho, y no la mayor o menor utilidad de tales resultados. Si sustituimos el criterio de la verdad por el de la utilidad, menoscabaremos nuestra cognición de lo real; y si conocemos la realidad, antes o después surgirán los instrumentos técnicos que nos permitirán modificarla.
Finalmente, se podría decir que entre conocimiento y acción existe una diferencia importante desde el punto de vista metodológico; y es que se puede transmitir a los demás el resultado del propio pensamiento y recibir los resultados del pensamiento de otros; pero nada más. No hay que confundir los conceptos: tanto la acción colectiva como el pensamiento individual son fenómenos sociales, no existen al margen de la sociedad humana, pues tienen un carácter eminentemente social y no se diferencian entre sí por su finalidad o su contenido.

El ánimo.

Se está perdiendo hasta el ánimo.
El número de personas que no buscan un empleo porque creen que es imposible que puedan encontrar un trabajo repuntó en el tercer trimestre del año hasta alcanzar la segunda cota más elevada desde el comienzo de la crisis.
En concreto, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), un total de 444.100 personas están inactivas porque no creen poder encontrar un empleo, una cifra sólo superada por la registrada en el tercer trimestre del pasado año, cuando se situó en 453.900 personas. De hecho, en comparación con el trimestre anterior, la cifra de personas "desanimadas" que ya no buscan un trabajo aumentó en 20.700 personas, casi un 5%.De esta forma, el 2,9% de los inactivos está en esta situación porque no confía en lograr un empleo.
El desánimo es mayor entre las personas de más edad. En el caso de las personas entre 45 y 49 años, el desánimo representa el 9,7% del total de inactivos, mientras que entre los que tienen 50 y 54 años es del 10,5%.
Del resto de inactivos, la mayoría están jubilados (3.160.000 personas), están cursando estudios o actividades de formación (1.972.200), tienen responsabilidades familiares (1.763.900) o sufren una enfermedad o incapacidad permanente (1.526.200).
            Estos datos y otros, vienen a confirmar la gravedad de una crisis económica que está haciendo un daño irreparable en España; país el cual aún no sabe muy bien a qué precio va a salir de esta crisis. Realmente, vivimos uno de los peores momentos de nuestra historia, en donde el drama del paro está lastrando toda nuestra evolución económica, política y social. ¿Por qué? Pues no porque los datos deban de ser siempre un indicador del todo fiable; sino porque se percibe desde muchos ámbitos todo el pesimismo que se está impregnando en la sociedad española, y fundamentalmente como consecuencia de la crisis.
            Es alarmante la falta de incentivos desde todos los sectores sociales que se tienen para intentar salir de la mala situación en la que estamos. No se ven iniciativas por ningún lado, ya sean iniciativas puramente económicas o estrictamente sociales. Por supuesto sin dejar de lado el ámbito estrictamente económico, pero no podemos permitir que esta situación lastre o impida el afán natural de las personas por superarse a sí mismas o que gocen del máximo desarrollo personal de acuerdo a sus posibilidades.
            El ánimo nunca debe de perderse y menos ante las situaciones difíciles; es más, hay que intentar sacar de donde menos se puede esperar un mínimo de fuerzas para intentar salir hacia adelante, ya que así se contagia aunque sea de  puro optimismo –que buena falta nos hace- a todas las personas de nuestro alrededor. Ya que aunque no lo parezca, el estado de ánimo, el optimismo y las ilusiones es lo que nos hace a las personas el salir hacia adelante y lo que nos ha convertido en muchas ocasiones en ser capaces de lo mejor. ¡ÁNIMO!