Resumen de la primera lectura: “Manual de economía política” de G. Longo.
A lo largo de la historia de la humanidad, siempre ha habido una lucha entre las personas en ser el que más conoce, el que más sabe y todo ello de manera irrefutable e incuestionable. El intento de dotar de objetividad al conocimiento nos ha llevado a refugiarnos en el puro empirismo con el fin de tratar de determinar los fenómenos tal y como aparecen externamente; pero todo ello en un terreno estrictamente empírico.
Los seres humanos, partimos de la afirmación de que la finalidad del conocimiento, y con ello, de la investigación científica, consiste en descubrir las normas, o sea, las leyes del universo empírico que rodean al hombre de la realidad objetiva en la que éste se halla inmerso. De ahí a que el hombre reconstruya idealmente en su pensamiento, el esquema de desarrollo de la realidad, un esquema en el que cualquier objeto aislado halle su lugar y su explicación, y no limitarse a configurar un mosaico de aspectos y propiedades dispares.
Pero el conocimiento reside en el hecho de que el conocimiento científico no puede conformarse con una explicación cualquiera de la realidad. Así, la condición indispensable para que exista un verdadero conocimiento científico es la exigencia de que la realidad objetiva sea explicada a partir de ella misma, sin introducir momentos, elementos o explicaciones que no pertenezcan a tal realidad. De ahí a que la historia del conocimiento científico es en realidad la historia de cómo la Humanidad se ha explicado el mundo real.
Aunque el requisito según el cual ha de explicarse la realidad partiendo de ella misma es común a todas las ciencias, e incluso es la característica que define a la ciencia, aquello que distingue a lo que es ciencia de lo que no es; siendo un principio admitido por todo científico. La aplicación sin excepción de dicho principio a todos los fenómenos de la realidad conduce directamente al materialismo filosófico. De ahí a que una filosofía coherentemente científica forzosamente ha de ser materialista y por tanto basarse en la necesidad de estudiar la realidad objetiva tal y como es y explicarla partiendo de ella misma.
Cabe decir también, que el conocimiento científico es únicamente una parte de la actividad humana, tan sólo uno de sus aspectos. El hombre desea conocer el mundo para poderlo modificar de acuerdo con sus exigencias y necesidades.
Por ello el criterio para valorar los resultados obtenidos mediante la actividad cognoscitiva, es decir, por la ciencia, será siempre y únicamente la correspondencia de tales resultados a la verdad, a realidad de hecho, y no la mayor o menor utilidad de tales resultados. Si sustituimos el criterio de la verdad por el de la utilidad, menoscabaremos nuestra cognición de lo real; y si conocemos la realidad, antes o después surgirán los instrumentos técnicos que nos permitirán modificarla.
Finalmente, se podría decir que entre conocimiento y acción existe una diferencia importante desde el punto de vista metodológico; y es que se puede transmitir a los demás el resultado del propio pensamiento y recibir los resultados del pensamiento de otros; pero nada más. No hay que confundir los conceptos: tanto la acción colectiva como el pensamiento individual son fenómenos sociales, no existen al margen de la sociedad humana, pues tienen un carácter eminentemente social y no se diferencian entre sí por su finalidad o su contenido.
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